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Mi filosofía de vida siempre se ha basado en enseñanzas occidentales, y no orientales, hindúes, etc., como las enseñanzas de Jesucristo. Recuerda que Jesucristo decía que éramos la sal de la Tierra y la luz del mundo, que nos amaramos a nosotros mismos, que cosas mayores que él haríamos nosotros, etc., etc., etc. Ese es el sustento de mi Ego. Sí, creo en las palabras de Jesucristo, no existe motivo para no creerlas, más aún viniendo del mayor y mejor hombre que jamás halla existido, y siendo beneficiosas para mi cuerpo y alma.
Mi Ego es fuerte porque Dios pone las palabras en mi boca (como está escrito en la Biblia), es mi sustento y mi guía, y todo el poder, la gloria y la fuerza Le pertenecen.
No te creas, yo, nunca me atrevería ir en fuerza propia. Yo hago todo por Dios y para Dios.
Hablarte del Ego al que me refiero en el libro, de forma específica y concreta, situándolo en la anatomía espiritual humana, sería muy largo para este artículo, mejor te compras el libro y te haces un favor que algún día me agradecerás.
Ah!, nunca me las he dado de espiritual sino de natural.
Abrazos campeón o campeona.
Damián Alvarez
(de vuelta al cole, o mejor dicho, al patio de recreo)
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